No sé si será la edad, la paternidad o una bienvenida sensibilidad ambiental, lo cierto es que ya no me resbalan los desmadres ecológicos, pasen éstos acá a la vuelta o en un país asiático de esos que hay que buscar con el google.
Yo era uno de los tantos que se preguntaban, cuando veía a los activistas de Greenpeace en osadas piruetas para frenar la caza indiscriminada de ballenas, movilizándose contra las papeleras, o encadenados para evitar la tala de un bosque, por qué tanto empeño en esas causas cuando aparecían como prioritarias, por caso, salvar del hambre a millones de personas, cuidar a ancianos olvidados o terminar con el trabajo infantil. Invertir tiempo, esfuerzo y dinero en humanos, antes que en animales o árboles. Error. ¿Dónde estaba escrito que una cosa suplanta a la otra? Mientras unos están parando el hachazo en el árbol o impidiendo la extinción del koala o el tatú carreta, otros solidarios integran una misión humanitaria en algún lejano poblado africano. Es decir, el objetivo es el mismo: contribuir a salvar al planeta y sus habitantes desde distintos frentes.

Semillas al aire
A quienes militan estas luchas se los suele desacreditar tildándolos de "políticamente correctos", como si sólo se tratase de bienintencionados que tienen tiempo de sobra para tales menesteres. Pues claro que esto es política, y de la buena. Hay que tener cojones para enfrentar a fuertes intereses económicos, como los que en el Norte argentino talan bosques enteros para plantar soja o en el Amazonas brasileño, principal pulmón verde de este vapuleado planeta, desforestan y talan ilegalmente. Es político dar la cara por los animales en extinción o proteger y movilizarse por los recursos naturales cuando cientos de funcionarios ambientales gastan millones de las arcas públicas en contratar a familiares y amigos (cualquier parecido con la acusada de malversación de fondos, Romina Picolotti, no es casualidad). Burócratas que no saben ni cuáles son las áreas protegidas que tienen a su cargo y que rara vez salen a la palestra para pedirles un poco de conciencia ambiental a los ignorantes que tiran botellas de plástico a los cauces, hacen asado al pie de los árboles, cazan todo lo que se mueva o van por la vida pensando que el ambiente nunca les cobrará tanta desidia. Y es político también mediatizar estos temas.
Cada acción de Greenpeace (sin dudas, la más famosa de las ONG ambientales) y de tantas otras de sus pares -a nivel local, Oikos, Cullunche y Nativa, han tenido fuerte protagonismo al expresarse contra la minería contaminante, la cacería ilegal o la explotación petrolera en Llancanello- provoca una reacción. Y no siempre positiva. La irrupción en espacios públicos y privados, muchas veces sin autorización, suele ganarse el rechazo de un sector al que una orca más o un quebracho colorado menos nunca les moverá el piso. De lo que no hay dudas es que no pasan inadvertidos. Saben que lo suyo es tirar semillas al aire confiando en que siempre habrá tierra fértil para una buena causa.
En lo que todos, sin excepción, estamos cosechando lo que sembramos es con el mentado cambio climático, que tanto le debe a la mano -negligente- del hombre. El acortamiento de la brecha entre la temperatura mínima y la máxima, el aumento de las lluvias, el efecto invernadero, el calentamiento global y el retroceso de los glaciares son muestras gratis del viva la pepa humano.

Un tema mayor
La cuestión ya no es dejarles un mundo mejor a nuestros hijos. Se trata de que nuestros hijos empiecen a vivir mejor ahora. Ahora es cuando urge respirar aire puro (lo del volcán Chaitén tomémoslo como lo que es: un "lapsus" de la naturaleza) y preservar concienzudamente el planeta para que entonces sí los que vengan no encuentren tierra rasa como en esas películas apocalípticas a las que es tan afecto Hollywood.
A riesgo de que suene a sentencia -¡y con tufillo a Paulo Coelho!-, se trata de cuidar la casa de todos. Para muchos, arrojar una pila en cualquier lado o tomar posición por el ambiente son temas menores. Eso supondría, especulo, que en los temas "mayores" estamos involucrados desde hace rato. ¿Estamos?