Como nos sucede a todos, que a cierta altura de nuestras vidas necesitamos parar la pelota y replantearnos si vamos hacia donde queremos o si apenas nos estamos dejando llevar por la inercia del día a día, también las instituciones precisan ese imprescindible alto en el camino para otear el horizonte y retomar el paso con más fuerza.
A la Universidad Nacional de Cuyo le ha llegado ese autollamado de atención. Por eso acaba de lanzar un profundo sondeo para determinar si realmente está sintonizando con las expectativas de la sociedad. Algo así como dejar de mirarse el ombligo y asomar la cabeza allí donde surge la materia prima de la que se nutre y a donde cierra su ciclo con el regreso de los ciudadanos ya formados.
La primera etapa de ese aggiornamiento apuntará a recoger la opinión de referentes de la política, la justicia, las ONG, los medios, los distintos credos y hasta del mismísimo gobernador. Una perinola de visiones donde todos ponen.
La gestión que encabeza el rector Arturo Somoza busca poner el oído a aspectos básicos, entre ellos si las carreras responden a la demanda de las nuevas generaciones y a la del mercado laboral, si las actuales propuestas educativas deben replantear sus ejes, si el acceso debería ser más riguroso o si la enseñanza tiene el nivel que se espera de esta histórica casa de estudios.
Convencidos de que no se puede avanzar en piloto automático y de que la clave es sumar la mayor cantidad posible de opiniones, los ideólogos del plan han contemplado dos etapas más: encuestar a unas 150 personas de todos los sectores sociales y cerrar la pesquisa con un cuestionario que sintetice los pasos previos y al que deberán responder unos 1.200 consultados.
A mediados del año próximo, los profesionales encargados de pasar en limpio este ambicioso sondeo ya tendrían en sus manos las conclusiones.
Más allá del resultado que, a priori, seguramente reflejará la necesidad de incorporar carreras cortas, la urgente mejora cualitativa de la enseñanza en las ya existentes y la ampliación de la oferta educativa en las comunas, lo que no se debe perder de vista es que el futuro de la universidad pública nos involucra a todos.
En esa cantera intelectual se forja buena parte de los profesionales que mueven la maquinaria de esta provincia. Si queremos que la UNCuyo esté a la altura de aquella Mendoza de avanzada que soñaron sus fundadores en 1939, es indispensable que siga siendo un espejo fértil de lo que demanda la sociedad que la alimenta.

(Publicado en Diario Los Andes, 27 de setiembre de 2008)