Mientras aún resuenan los debates de si fue acertada la decisión de pagar los 6.706 millones de dólares al Club de París, los defensores de la sorpresiva movida de la Presidenta -entre ellos el mismísimo vice Julio Cobos- destacaron el hecho de "honrar las deudas". Sin embargo, y mal que nos pese, el país sigue peligrosamente acumulando otras deudas: las internas.
Casi a la vista están esos más de 11.000 jóvenes mendocinos que no estudian, trabajan ni están contenidos en ningún tipo de institución, según lo revela un sondeo del Ministerio de Desarrollo Humano que Los Andes hizo público el miércoles.
Muchos de ellos, lamentablemente, ya son parte de esa mano de obra desocupada que nutre el delito nuestro de cada día. Sobre esos pibes debería posarse sin demoras la lupa del Estado si se pretende darles a tiempo la necesaria contención para abandonar el equipo de los lúmpenes y no quedar excluidos de un futuro mejor.
A ese vergonzoso rojo de fronteras adentro, debería sumársele el paupérrimo sueldo que reciben los docentes, esos mismos que a diario deben oficiar de psicólogos, consejeros y hasta de padres sustitutos para evitar que más chicos se sumen a aquel ejército de menores sin brújula.
En el rubro "honrar deudas" también tendría que incluirse mejores condiciones para los policías que deben velar por nuestra seguridad y que en más de una ocasión salen a las calles sin chalecos antibalas, móviles en buen estado ni la capacitación acorde a tan duro oficio. Ni hablar del magro salario que perciben o de que muchos de ellos viven en las mentadas zonas rojas, a pesar de las reiteradas promesas de otorgarles una casa digna.
El listado de lo adeudado, al cual cada lector bien podría agregar su propio ítem, se intuye casi tan largo como las promesas de campaña.
Preferible dejarlo aquí y superar el estado de queja que cunde, trabajando para saldar lo más que se pueda.

(Publicado en Diario Los Andes, 8 de setiembre de 2008)