No es el caso de aquellos huéspedes del hotel Conde Duque, en pleno Madrid, que sin quererlo terminaron armando el rincón más singular de ese lugar y tal vez de todos los hoteles: La Olvidoteca.
Este espacio, ubicado en el hall, cobija unos 500 libros de variado
origen (francés, español, inglés, ruso, chino). Su nombre no da lugar a
equívocos. Los desmemoriados pasajeros los dejaron y la acumulación fue
tal que la gobernanta del hotel, Rafi Prieto García, tuvo una feliz
idea: le propuso al director del establecimiento ponerlos a disposición
de los nuevos viajeros.Primero fue una pequeña vitrina, pero los olvidados ejemplares eran cada vez más, por lo que hubo que ampliar el espacio. Novelas, poemas, guías de viaje, ensayos, biografías, todo cabe en la Olvidoteca. Quienes la consultan pueden leer allí o llevárselos a la habitación. Esto ha generado un nuevo capítulo: el de los que olvidan libros ex profeso e incluso dejan una notita cual dedicatoria: “Para la olvidoteca”. La extraña ecuación indica que a más olvido, más libros y lectores. Pasajeros con tablets, abstenerse.
(En suplemento Escenario, Diario UNO, 4 de agosto de 2012)



