De los libros al CD, la obra del poeta Jorge Boccanera hace un alto en el camino para Jadeo del viaje. El autor se toma un respiro para una charla con Escenario

Por Rubén Valle

Fascinado por la fauna humana que orbitaba en torno del puerto de Bahía Blanca y por esas raras avis que desembarcaban en la peluquería de su abuelo, el pibe que amaba las historietas y luego a las mujeres nunca echó raíces. Todo lo contrario. Su nomadismo lo llevó a hacer camino al andar y a traducir ese periplo sin fecha de vencimiento en una sólida obra poética, narrativa y periodística con escalas en Costa Rica, Panamá y México.
Buena parte de ese destino de trovador ancló –momentáneamente, valdría aclarar– en el CD intitulado Jadeo del viaje, editado por la mexicana Ediciones Pentagrama, en su colección La Palabra. 
Apelemos al portugués José Saramago para que dé pistas de ese devenir sonoro: “No hay espacios libres en la poesía de Boccanera. Cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la agarra con firmeza, de modo que la intensidad del sentido se ve duplicada y luego se multiplica en un crescendo continuo”.
En un alto de su marcha irrenunciable, el autor de obras como Bestias en un hotel de paso, Los espantapájaros suicidas, Polvo para morder y Sordomuda, habla con Escenario acerca del viaje como “un diálogo que nunca termina”. 
–¿Cuál fue el disparador de este proyecto?
–La iniciativa partió de Modesto López, director del sello musical Pentagrama en México; un tipo incansable que no deja de poner a funcionar proyectos. Nos conocíamos del exilio en tierra azteca tras el golpe militar del 76, él estaba armando la colección XCRCXY de textos en la voz de sus autores –incluyó entre otros, al ecuatoriano Antonio Preciado, el salvadoreño Roque Dalton y a nuestro Juan Gelman– y propuso que me sumara. Se hizo una primera edición en 1999 y en 2000 salió con otra portada una nueva edición.
El título sintetiza claramente tu destino errático…
–El nombre Jadeo del viaje tiene que ver con ese tránsito por diversos países de América Latina que comencé justamente cuando salí de Argentina con los militares en el poder. Un viaje que es diálogo y que aún no termina. De junio a fines de ese ‘76 recorrí Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala, antes de recalar en México. Fue el inicio de ese “jadeo”, vale decir una respiración que quedó, creo, en el fondo de lo que escribo. Eso mismo han dicho algunos críticos y la idea no me parece mal. Lo que sí podría sonar extraño es que una de mis antologías aparecida en Colombia se llama Tambor de jadeo, y esta reiteración de la palabra “jadeo” podría llevar a pensar en un problema bronquial, ¿no? 
–¿Por qué México, donde se editó el CD, apuesta más a los poetas?
–Es un tema largo que excede esta entrevista, con muchos aspectos a observar. Hay que analizar qué espacios ha tenido y tiene la poesía en la sociedad argentina. También habría que ver el lugar que ocupa la cultura en general. Y dentro de lo cultural, los aspectos más aventurados y venturosos de búsqueda creativa. El arte rompe moldes y quienes administran estos espacios son muy estructurados, cuando no dependientes del mundillo mediático o los encumbramientos efímeros impulsados por  las grandes editoriales. En el resto de Latinoamérica el poeta ha funcionado incluso como espacio emblemático: Darío representando a Nicaragua, Martí a Cuba, Neruda a Chile, López Velarde a México… pero como dije, el tema es lungo y daría para rato. 
–¿Cómo fue el proceso de selección de textos para el CD, teniendo que sondear una obra tan extensa como la tuya?
–Debo confesar que mis antologías no son muy “pensadas”. En general, salen de una especie de matriz de una de mis compilaciones, Marimba, que se viene reeditando en diversos países desde 1989 y que en cada edición agrega letras de canciones y poemas inéditos. Claro que hay algunos pocos textos que se perfilan por delante de otros debido a la preferencia de algunos lectores. Pero trato de que estas y otras compilaciones –entre ellas Zona de Tolerancia, Antología personal, Sombra de dos lugares y Servicios de insomnio– den un amplio panorama de lo que escribo, aun de mis textos escritos en la adolescencia. 
–¿Qué opinás de los discos de otros poetas?¿Sos de escucharlos?
–Me gusta escuchar en su voz a los poetas. Tengo grabaciones de muchos, aportan un fraseo, una respiración personal e intransferible. Recuerdo que el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón se refirió, escuchando recitar a Neruda, a esa voz entre gangosa y monótona que sin embargo iba capturando a su auditorio, decía, como si fuera una boa constrictora. 
–Amigo de grandes músicos, sorprende que la mayoría de los poemas no “dialoguen” con una música de fondo…
–Podría ser, habría que ver qué tipo de música. Me ha pasado que en algún recital me pusieron una especie de acompañamiento, unos acordes de fondo que no iban en la misma dirección que el texto que estaba leyendo. Cuando esa música de fondo no tiene el mismo clima, distrae. De todos modos, alertado sobre ese aspecto, podría pensarse algo así para un próximo CD. 
Incluiste a Raúl Carnota y Alejandro del Prado cantando tus textos. ¿Fue idea tuya o una propuesta de los editores?
–Fue una idea conjunta con Modesto López, el productor. Y en lo personal, la música de ambos amigos me representa. 
–¿Habrá una segunda parte donde entren Palma Real y tus poemas más recientes?
–Ojalá. Depende del interés que haya en ese sentido por parte de compañías que editan este tipo de trabajo. Y si sale algo, por supuesto va a incluir poemas de Palma Real como también textos nuevos de un libro que vengo escribiendo y corrigiendo hace años y que tiene el nombre provisorio de Monólogo del necio. Volviendo a Palma Real, me gustaría un DVD que uniera la voz del poema con música y con imágenes de la selva 
centroamericana.

(En suplemento Escenario, 10 de agosto de 2013)
Por Rubén Valle

Frase hecha pero no por eso menos cierta aquella que sostiene que “hay que saber escuchar el mensaje de las urnas”.
Las a priori minimizadas PASO arrojaron resultados de una contundencia tal que ninguno de sus protagonistas debería dejar de analizarlas en profundidad.
Se sabía que estas primarias jugarían un rol clave de cara a las legislativas de octubre, pero algunos resultados fueron tan marcados que la cuenta regresiva a octubre promete ser de una intensidad fuera de lo común.
Aunque en el discurso del domingo por la noche la Presidenta no se mostrara preocupada ni con intenciones de un mea culpa público, el voto castigo al kirchnerismo en todo el país impacta fuertemente en su gestión.
El triunfo de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde y el de su ex vice Julio Cobos en Mendoza, fueron dos de los golpes más duros que recibió el Frente para la Victoria. 
Pero no los únicos. En Córdoba se impuso el candidato de De la Sota. En Santa Fe no sólo perdió ante Binner sino también con el humorista y referente del PRO, Miguel Del Sel. Y en un reducto ultra K como Santa Cruz cayó estrepitosamente ante el radicalismo.
Sería ocioso hacer un recorrido más amplio de esos y otros números que resonaron con fuerza  en el universo de Cristina Fernández.
Al menos en la provincia, el PJ a través de las voces de Alejandro Abraham y Omar Félix se animó a admitir no sólo la derrota sino también que hubo errores. A pesar de los resultados, en el ambiente del bunker del FPV flotaba una certeza: para octubre habrá que salir sí o sí a caminar mucho más la provincia. 
A escuchar más, a sondear por qué el que supo votarlos alguna vez hoy los castiga apoyando, entre otros, a figuras emergentes como Nicolás Del Caño, el ignoto referente de la izquierda local que se transformó en la gran sorpresa de la reciente elección.  
Todo indica que la mística que caracteriza al peronismo activará una vez más ese orgullo herido para intentar revertir las cifras en octubre.
Lo que no debe perder de vista es que Julio Cobos picó en punta y ya tiene entre ceja y ceja el 2015. 

(Diario UNO, 13 de agosto de 2013)
Por Rubén Valle

“La elección es en octubre”, había relativizado hace unos días Francisco Pérez. De esta forma el gobernador empezaba a abrir el paraguas ante unas primarias que venían de nalgas para el Frente para la Victoria.    
Por más que se sabía de antemano que estas PASO no despertarían pasiones, eran estratégicas para mostrar la radiografía de lo que se (nos) viene. En ellas habríamos de encontrar las pistas del futuro mapa político. 
La victoria del radical Julio Cobos no sorprendió ni a propios ni a extraños. Hasta la encuesta menos “tuneada” lo daba primero, lejos del peronista Alejandro Abraham.  La incógnita era cuán amplia sería la brecha entre uno y otro.  
Al cascoteado ex vicepresidente este triunfo lo posiciona muy fuerte para octubre, en un capítulo clave para su aspiración mayor: la presidencia en el 2015. Al cacique de Guaymallén, en cambio, lo obliga a trabajar desde hoy mismo para revertir este resultado y, tal vez lo más difícil, disipar la sensación generalizada de que el proceso kirchnerista está llegando a su fin.
De ahí que todas las luces apuntaran hacia Buenos Aires, donde la puja entre Sergio Massa, a la cabeza del Frente Renovador, y Martín Insaurralde, el candidato de Cristina, era la foto clave para visualizar la Argentina post K. 
Allá ganó Massa, aquí Cobos. El  escenario para el Frente para la Victoria no es el mejor, pero el peronismo sabe lamerse a tiempo las heridas para volver a dar batalla. 
Raras estas PASO. Y si no que lo diga el referente de la Izquierda Nicolás Del Caño, ese “tapado” que se les coló a veteranos como Iglesias, Montbrun o Cassia. 
Raras pero tranquilas. El clima relajado camino al cuarto oscuro sintetizó lo que representaban para muchos: un trámite más. Que la consigna se limitara a votar a los candidatos a diputados nacionales  y no hubiera que recurrir a la tijerita para armar el rompecabezas de las listas sábana fue todo un alivio. 
Octubre, también en estos menesteres, será otra cosa.
(Diario UNO, 12 de agosto de 2013)

Por Rubén Valle


Lo esencial, mal que le pese a Saint-Exupéry, a veces puede ser visible a los ojos. Sobre todo, si tiene como escenario la infancia. Ahí es donde pone la lupa el autor gallego Manuel Rivas para hacer de Las voces bajas un fresco de la vida cotidiana, con raíces en los años ’60 y ’70.
La materia prima es la biografía propia. Esa gente corriente de La Coruña que bajo el amplísimo rótulo de familia sitúa el foco en un padre albañil que busca agua en su casa como otros oro en la montaña, una madre que habla sola para leer la vida, una hermana mayor y anarquista, y un elenco (in)estable de vecinos, amigos, emigrantes, muertos, animales y raras avis que completan un álbum singular que se revela tan maravilloso como conmovedor.
He aquí un ajuste con la memoria en el cual, pericia o estrategia del narrador, lo “verdad histórica” se une a la imaginación en un maridaje donde no importa cuánto hay de una como de la otra sino cuán verosímil es ese cuento que nos cuentan. Para el cual el autor parece “extraer las palabras de las grutas de las encías”.
Como en el resto de la obra de Rivas, autor de imperdibles como El lápiz del carpintero o ¿Qué me quieres, amor?, el tono poético marca cada frase. En Las voces bajas es inevitable no subrayar párrafos enteros: “Aprendí que también el lenguaje tenía estaciones. Días en que las palabras germinaban, días de solaz en las bocas, días en que se rumiaban…”. O: “Recolectaba palabras y las llevaba todas para casa. Se ve por la separación de los dientes, en las primeras fotografías, que lleva la boca llena de palabras. Debía de ser una cosa de familia. Mi madre también era verbíbora”.
Surgido en principio como una serie titulada Storyboard y publicada en un suplemento cultural, este trabajo fue fermentando como novela gracias a los cabos que el autor fue atando mediante fotos recuperadas, testimonios caseros y, especialmente, a esas voces bajas que todo el tiempo nos recuerdan que somos efímeros como “esos silencios que acostumbran a escribir en Braille en algún túnel del cuerpo”.
Rivas concluye que la vida, su vida, “tenía voluntad de cuento”. Un cuento donde hasta El principito se hubiera asombrado de un albañil que padecía el vértigo pero trepaba andamios. Desde allá arriba, desde igual altura, su hijo años después reconstruye una foto arrugada antes de que la roan los parásitos del olvido. El otrora paraíso inquieto de las pinturas de Chagall.

(En suplemento Escenario, Diario UNO, 27 de julio de 2013)


 

Si la intolerancia es moneda corriente en este país, ¿por qué habría de ser diferente en una campaña electoral?
A los agravios de grueso calibre que suelen lanzarse los candidatos, se le suman por estos días -y no es un invento adjudicable a las PASO- los escraches en las sedes partidarias.
Ante sí, los electores tienen un menú nada apetecible: una llamativa pobreza de ideas y propuestas en las distintas fuerzas políticas que se enfrentarán en las elecciones de agosto y de octubre, y un estilo comunicacional que más convencer, expulsa.
Quienes tienen a su cargo la organización de una campaña revelan, en general, la misma lejanía del ciudadano común que padecen los propios gobernantes.
Por eso cuando se difunden las cifras del Indec estas generan más indignación que descontento. Este es un ejemplo que debería servir para no perder de vista, cuando se plantea un mensaje al electorado, de que con 30 años de democracia ya se conocen todos los clichés de campaña. 
Tan artificial se perciben,  por caso, esos saludos callejeros pretendidamente espontáneos que a partir de un simple spot el observador infiere que no hay ahí alguien en quien confiar. Si a esto se agregan jingles poco ingeniosos y hasta de mal gusto, el combo termina siendo indigerible. 
Esas tres décadas de recuperación democrática ameritarían un replanteo de fondo en cuanto al discurso político y a las formas de que éste se derrame efectivamente en los distintos estratos de la sociedad.
La “campaña sucia” a la que hacen referencia los afectados por el ataque del rival, o por anónimos que juegan a favor de, sólo sirve para  que durante unos días los afectados se victimicen y aprovechen el agravio para aportar nuevos agravios. 
En conclusión, en ese fuego cruzado que una vez pasadas las elecciones quedará en el olvido, los únicos que resultan verdaderamente dañados son quienes con su voto deben elegir a sus representantes. 
Dar vuelta la taba pasa por proponer una “campaña limpia”. Esa que privilegie un proyecto de país basado en la ética, no en los discursos. En los hechos, no en las promesas. 

(Diario UNO, 1 de agosto de 2013)
Apelar a la sabiduría de los dichos populares es una garantía. Ellos resumen con contundencia una idea y evitan gastar saliva. O pólvora en chimangos. 
En este caso, apelaremos al “no da puntada sin hilo” para hacer mención en estos tiempos preelectorales a aquellos que no desaprovechan ocasión para “llevar agua para su molino”. 
Ejemplos hay de sobra. Prácticamente no hay día que este diario u otros medios de comunicación sirvan de “inspiración” para que los candidatos se expresen acerca de determinados temas o hagan pública su posición en relación a los mismos.
Respecto del impacto del show del Indio Solari en el Hipódromo, el candidato a diputado por la Unión del PD-PRO, Luis Rosales, se metió en la polémica. Recorrió el lugar, habló con vecinos y dijo: “Estamos frente a una situación compleja en donde hay que compatibilizar el derecho de los seguidores de esa banda a disfrutar de su show y el temor fundado de los vecinos sobre sus propias condiciones de seguridad”.
En principio el “caso Solari” se reducía a dos protagonistas: el gobierno provincial, que garantizaba la seguridad para que unas 100 mil personas puedan ver el concierto del año, y el radical Alfredo Cornejo, quien como intendente anfitrión no podía decir que no y cosechar una imperdonable imagen negativa antes de las elecciones. 
Ahora los otros referentes políticos también aprovechan uno de los temas del momento para no quedarse afuera de lo que se habla "en la calle".
En otro plano, la presidenta Cristina Fernández hizo lo posible para llegar hasta el Papa en su paso por Brasil y lograr que su candidato, el ignoto Martín Insaurralde, se colara en la foto junto a Francisco. Misión cumplida.
Hasta el popular payaso Piñón Fijo rechazó que la intendencia de Deán Funes, localidad donde nació, le haga un monumento, porque no quiere que se utilice su imagen para sumar votos. 
Es cierto, no es una práctica nueva, pero se ha potenciado por las amplias posibilidades mediáticas que ofrece la tecnología actual. A "ojo de buen cubero", he aquí -para candidatos o no- un buen filón.        

(Diario UNO, 30 de julio de 2013)